Es usual guardar cosas con la esperanza que algún día las utilizaremos, o “por las dudas”. Pero lo cierto es que acumular cosas genera desorden y caos, y la elegancia va de la mano de la limpieza, el orden y la organización.
Es vital discernir entre las cosas que son necesarias para nuestra vida diaria, y aquellas que ya no utilizamos, y acumulan polvo en algún rincón de la casa.
Entre las cosas que NO se deben guardar, y por lo tanto desechar, se encuentran las siguientes:
Basura tecnológica, esto es, cables de celular, televisores o todo equipo electrónico que ya no funciona.
Escobas o trapeadores en mal estado.
Manuales de dispositivos electrónicos que ya no poseemos.
Recuerdos de vacaciones o deportivos, como llaveros, imanes, servilletas, tickets, folletos de museos, paseos, etc.
Cajas de calzados o electrodomésticos.
Utensilios de cocina doblados, quemados o en mal estado.
Ollas y sartenes rotas, rayadas, con mangos desprendidos o sin ellos.
Papeles de escuela, facultad o trabajo que ya no se utilizará.
Macetas vacías que no se utilizarán.
Ropa vieja o que ya no nos queda.
Muebles rotos o que ya no se utilizan.
Llaves que no pertenecen a las puertas de nuestro hogar o lugar de trabajo.
Sábanas rotas o descosidas, toallas con pelusas y descoloridas, almohadas apelmazadas.
Latas, frascos o botellas vacías.
Latas de pintura o envases de productos de limpieza vacíos.
Condimentos para cocina que no se utilizan o están vencidos.
Plantas muertas.
Tuppers que no se utilizan.
Obras de arte que no se exhiben.
Restos de material de la última obra de renovación.
Si bien el listado no es taxativo, esto es, no se agota allí, las mencionadas son algunas de las cosas que no deben acumularse en el hogar. Según la filosofía del feng shui, todo aquello que es viejo o que se encuentra en desuso atrae malas energías, y no nos permite conectarnos con lo nuevo, con las nuevas posibilidades que el mundo nos depara. Por ello, se debe en la medida de lo posible, y que la economía lo permita, renovar aquello que se encuentra viejo o vetusto. La filosofía oriental indica que se debe dejar fluir la energía, tal como el agua fluye en un río. ¡Atrevámonos a la renovación de nuestro espacio!