La dirección de un automóvil permite al conductor controlar el movimiento del vehículo. Así, posibilita el movimiento del mismo hacia cualquiera de los lados, ir en línea recta o seguir el trazado de una ruta o camino.
Lo cierto es que con el tiempo el sistema ha evolucionado, y la tecnología aplicada a la ingeniería en la construcción de los vehículos ha facilitado exponencialmente la conducción.
En la actualidad pueden encontrarse tres tipos de dirección: la mecánica, la hidráulica y la eléctrica.
En líneas generales, puede decirse que la dirección hidráulica es la más utilizada actualmente, y la eléctrica en los autos más modernos. Por su parte, la dirección mecánica es utilizada en muy pocos vehículos, ya que prácticamente ha sido desplazada por la dirección hidráulica.
La dirección mecánica es aquella que trabaja con la fuerza que realiza el conductor al momento de operar el volante, haciendo girar un sistema de piñones.
Posee la ventaja que constituye la dirección más precisa y rápida, dado que el movimiento no debe pasar por todo un sistema, lo cual produce un retraso en el tiempo de reacción. Esta es la razón por la cual los autos de carreras utilizan este tipo de dirección.
Sin lugar a dudas, la principal desventaja de este tipo de dirección es la dureza que siente el conductor al girar el volante. En efecto, cuando el automóvil se encuentra detenido es prácticamente imposible realizar movimientos, como por ejemplo girar las ruedas; y practicar maniobras, como puede ser estacionar, es complejo.
Por otro lado, la dirección hidráulica es aquella donde el conductor mueve el volante y la dirección se mueve gracias a la fuerza del motor, el cual es auxiliado por una bomba hidráulica. Dicha bomba impulsa aceite para facilitar el giro del volante, y a menor velocidad más suave es el movimiento.
Este tipo de dirección es una de las más utilizadas en la actualidad, ya que permite al conductor realizar maniobras fácilmente a baja velocidad, sin demasiado esfuerzo.
Cambiar una dirección mecánica por una hidráulica no es posible en todos los vehículos, ya que no todos los modelos se encuntran preparados para la adaptación, y no se trata de un trabajo económico.
Para pasar de una dirección a otra es necesario que el vehículo tenga el espacio suficiente para ponerlo en su base. También, es necesario que se puedan conseguir piezas como la cremallera de dirección, la polea del cigüeñal que mueve la bomba hidráulica, la correa de accesorios y las conexiones para la circulación del aceite que sean compatibles con ese modelo.
Efectuado el cambio de dirección, la diferencia se notará inmediatamente, repercutiendo en una conducción mucho más placentera. Asimismo, reportará ventajas en la reventa del vehículo, ya que su precio aumentará con motivo de la modificación realizada.